Durante años la mayoría de los sobrevivientes del Holocausto no eran conscientes del valor público del objeto que habían tenido en sus manos: un peine, un fragmento de papel, una muñeca, un dibujo, un costurero. El equipo del Departamento de Objetos del museo histórico de Yad Vashem, dirigido por Haviva Peled-Carmeli, promovió tareas de recolección para recoger artículos auténticos, remanentes del sufrimiento humano, que constituyen un monumento recordatorio a las personas asesinadas. En el libro «Testigos silenciosos» se revelan las historias detrás de los objetos, en un intento de conservar y perpetuar las vidas y las almas de sus dueños.